El cerebro bajo ataque cuando estamos enfermos
Nuestro cuerpo no solo combate infecciones, también activa una serie de respuestas cerebrales para protegernos.
2024-09-02T18:12:22.423Z - Redacción Kenja

Nos sentimos mal para poder estar bien
Cuando pensamos en enfermedades, los síntomas físicos suelen ser lo primero que nos viene a la mente: dolores, fiebre, tos. Pero lo que realmente nos hace sentirnos mal es una combinación de agotamiento, irritabilidad y confusión mental. Estos síntomas, conocidos como "comportamiento de enfermedad", representan una respuesta integral del cuerpo que tiene un propósito importante más allá de lo evidente.
Este comportamiento no es un mero efecto secundario de estar enfermo; es una estrategia biológica para redirigir la energía del cuerpo hacia la lucha contra infecciones. En lugar de simplemente ser un inconveniente, el cansancio extremo y la apatía nos empujan a descansar, permitiendo que nuestras defensas se concentren en combatir los patógenos. Así, aunque nos sintamos mal, estos síntomas son en realidad parte de un proceso que nos ayuda a recuperarnos.
El comportamiento de enfermedad también puede ser inducido por tratamientos médicos, especialmente en pacientes que luchan contra el cáncer o enfermedades autoinmunes. Medicamentos que contienen moléculas inmunitarias, como los interferones, pueden desencadenar síntomas similares al comportamiento de enfermedad, incluso sin una infección activa. Aunque los interferones son esenciales para la respuesta inmunológica, su uso terapéutico puede provocar efectos secundarios no deseados.
El cerebro tiene un papel clave en esta respuesta. Protegido por la barrera hematoencefálica, que impide que la mayoría de patógenos y moléculas inmunitarias entren, el cerebro regula cómo responde el cuerpo a la enfermedad. Durante mucho tiempo se creyó que esta barrera bloqueaba por completo las señales inmunitarias, pero ahora sabemos que ciertos mensajeros pueden atravesarla e influir en nuestro comportamiento y estado mental.
Investigadores en Alemania estudiaron este fenómeno en ratones, descubriendo que una infección viral puede inducir cambios de comportamiento similares a la depresión. Los ratones infectados pasaban más tiempo flotando en una prueba diseñada para detectar depresión, lo que sugiere que el virus estaba afectando su estado mental. Este cambio fue atribuido a la producción de interferón-β, una molécula inmunitaria que interactúa con receptores en la barrera hematoencefálica para desencadenar estos síntomas.
Para entender mejor este proceso, los científicos compararon ratones normales con otros genéticamente modificados para no tener estos receptores. Los ratones modificados mostraron menos signos de depresión en la prueba, lo que sugiere que estos receptores son cruciales en la manifestación del comportamiento de enfermedad.
El estudio también identificó la molécula CXCL10, producida en respuesta al interferón-β, como responsable de alterar la actividad neuronal en el hipocampo, una región del cerebro que regula emociones y forma recuerdos. Este hallazgo no solo explica cómo se desarrolla el comportamiento de enfermedad, sino que también abre la puerta a posibles intervenciones para aliviar estos síntomas en pacientes que reciben tratamientos con interferones.
En conclusión, el comportamiento de enfermedad es una respuesta biológica crucial que nos permite concentrar nuestros recursos en la lucha contra infecciones. Aunque incómodo, este proceso es una parte vital de nuestra recuperación. Comprender estos mecanismos puede conducir a nuevas formas de mitigar los efectos secundarios en aquellos que lo experimentan debido a tratamientos médicos, ayudándoles a sentirse mejor sin comprometer su salud.
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