Ciencia

EE.UU. desarrolla un sistema para rastrear experimentos de modificación climática

La NOAA y el Departamento de Energía de Estados Unidos están implementando sistemas avanzados para detectar y monitorear experimentos de geoingeniería solar, en un intento por comprender y anticipar las consecuencias de estas controvertidas iniciativas para mitigar el cambio climático.

2024-12-11T19:05:42.224Z - Felipe Sarmiento

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La geoingeniería no solo promete enfriar el planeta; también podría desatar un verdadero quilombo climático global.

Lo que está pasando es de ciencia ficción: el gobierno de Estados Unidos, a través de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) y el Departamento de Energía, está construyendo un sistema para identificar si alguien anda haciendo quilombos con el clima. Posta, quieren saber si otros países, grupos o laboratorios están probando técnicas de "geoingeniería solar". ¿La idea? Frenar el cambio climático... pero sin meterse con sus causas profundas. Es como ponerle curitas a un tsunami.

El truco más popular de esta movida es soltar aerosoles químicos en la estratósfera para reflejar luz solar y enfriar un poco el planeta. Pero acá va el dilema: aunque la intención sea buena, muchos científicos temen que esto termine empeorando las cosas. ¿Por qué? Porque manipular el clima puede traer tormentas inesperadas, beneficiar a unos países mientras perjudica a otros y, en el peor de los casos, causar un desastre planetario.

Por eso, la NOAA ya está desplegando unos globos gigantes que funcionan como "centinelas". Estos bichos recopilan datos sobre los niveles de aerosoles en las nubes, suben bien alto, casi hasta tocar el espacio, y mandan información para determinar dónde están ocurriendo estas intervenciones. Es como tener un Gran Hermano pero mirando el cielo.

Una amenaza global secreta

Aunque varios países firmaron acuerdos para no meterse con la geoingeniería, hay un miedo latente de que alguien se esté mandando algo por su cuenta. "Si un país o grupo decide tirar aerosoles, ¿podemos saber qué están intentando y cómo nos afecta?", planteó Kelly Wanser, de la ONG SilverLining, que se dedica a vigilar estas prácticas.

Acá entra en juego una herramienta desarrollada hace años por Laura Swiler, una científica del Laboratorio Nacional de Sandia, en Nuevo México. Este algoritmo, que solía usarse para rastrear eventos naturales como erupciones volcánicas, ahora sirve para identificar la fuente y el impacto de los aerosoles artificiales. Según Swiler, "los efectos pueden durar meses o incluso un par de años, dependiendo de cuánto se libere".

¿Y ahora qué?

El panorama no es fácil. Mientras la NOAA refuerza su vigilancia, el debate sobre si la geoingeniería solar es una solución o una caja de Pandora sigue más caliente que un día de enero. ¿Es este el principio de una era donde controlaremos el clima como si fuera un termostato? O, peor aún, ¿terminaremos peleándonos por quién tiene el control del sol?

Como todo en la vida, jugar a ser dioses tiene su precio. Y acá, el precio podría ser la estabilidad climática de todo el planeta. Mientras tanto, tal vez sea hora de mirar menos al cielo y más a nuestras responsabilidades acá abajo, ¿no te parece?

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