Entretenimiento

The End: un musical apocalíptico de Joshua Oppenheimer que explora el poder, la culpa y el tiempo

Joshua Oppenheimer, conocido por su impactante documental The Act of Killing, cambia de género con The End, un musical ambientado en un búnker apocalíptico donde seis sobrevivientes enfrentan el paso del tiempo y las verdades que prefieren ignorar.

2024-12-23T19:56:55.742Z - Felipe Sarmiento

photo

El verdadero villano en The End no es el apocalipsis, sino el tiempo y nuestra incapacidad para enfrentarlo juntos.

Si te digo que Joshua Oppenheimer, el director de The Act of Killing, hizo un musical apocalíptico, probablemente pensarías que es un chiste raro. Pero no, The End es tan real como desolador, y nos lleva a un búnker de lujo habitado por seis sobrevivientes que cantan para llenar el vacío de sus propias culpas.

La historia comienza con Mother (Tilda Swinton) despertándose de una pesadilla en brazos de Father (Michael Shannon), un hombre dulce y cálido que, a medida que avanza la trama, descubrimos es responsable de la destrucción del mundo. No es el único: todos en el búnker son benefactores de la industria petrolera, la misma que condenó al planeta al colapso climático. Y aunque el refugio les ha dado 20 años más de vida, la llegada de Girl (Moses Ingram) amenaza con exponer las mentiras que mantienen su frágil paz.

Cantar para sobrevivir

Oppenheimer describe a los musicales como el género de la “falsa esperanza”. En The End, las canciones son herramientas de autoengaño: “Forever the Strength of Our Family” es un himno a una unidad familiar que ya está rota, mientras que el número final, un coro sobre un futuro brillante, es un desesperado intento por ignorar lo inevitable.

El elenco brilla en esta dinámica de contradicciones. Michael Shannon sorprende con su voz cálida y sincera, que contrasta con la complejidad de su personaje: un hombre afable pero peligrosamente quebrado por dentro. Tilda Swinton, como Mother, encarna a una mujer consumida por el resentimiento y la culpa, mientras que Moses Ingram aporta frescura y una perspectiva nueva como Girl, el catalizador que pone en jaque la precaria estabilidad del grupo.

El tiempo como antagonista

En The End, el verdadero enemigo no es el apocalipsis, sino el tiempo. Desde los relojes de lujo que adornan las muñecas de los personajes hasta las letras de las canciones, el paso del tiempo es un recordatorio constante de su mortalidad y de las verdades que prefieren ignorar. “El tiempo es el antagonista en todas las historias”, explica Oppenheimer. “Y en este caso, refleja nuestra incapacidad para enfrentar la crisis climática antes de que sea demasiado tarde”.

El diseño del búnker también refuerza esta idea. Rodado parcialmente en una mina de sal, el escenario alterna entre la frialdad de las cavernas azuladas y la calidez falsa de las habitaciones lujosamente decoradas. Es un espacio que refleja tanto el aislamiento de los personajes como la desconexión entre su riqueza y la realidad devastada del exterior.

Relojes y privilegios

Un detalle fascinante es el uso de relojes como símbolo de la corrupción y el privilegio. “Sabés que un país está mal cuando los relojes de sus funcionarios cuestan más que un auto”, dice Oppenheimer, quien exploró este tema mientras investigaba oligarquías para sus documentales. En The End, los relojes no solo representan el poder, sino también la obsesión por medir un tiempo que se les está acabando.

The End no es solo un musical. Es una meditación sombría sobre el poder, la culpa y el autoengaño en un mundo que ya no tiene futuro. A través de canciones melancólicas y personajes conmovedoramente imperfectos, Oppenheimer nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el tiempo y las verdades incómodas que preferimos evitar.

Al final, el mensaje es claro: no podemos cantar para escapar de la realidad. Si queremos cambiar nuestro destino, tenemos que enfrentarlo.

Top Stories