Gaming

Cómo lograron ejecutar Doom en el Bloc de Notas de Windows

Sam Chiet, conocido por sus experimentos tecnológicos, ha logrado ejecutar Doom en el Bloc de Notas a 60 fps usando arte ASCII. Este experimento no solo asombró al creador del juego original, John Romero, sino que también nos invita a reflexionar sobre cómo las herramientas tecnológicas son más maleables de lo que imaginamos.

2024-10-14T14:01:41.758Z - Michael Nyman

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Un recordatorio de que estos espacios tecnológicos son maleables y que lo importante es divertirse

Si hay algo que se ha vuelto casi un meme en la comunidad tecnológica es la capacidad de hacer funcionar "Doom" en cualquier plataforma. Desde su debut en 1993, este clásico ha sido portado a todo tipo de dispositivos, algunos tan extraños como microondas y pruebas de embarazo. Sin embargo, la última proeza que ha dejado a muchos con la boca abierta es verlo correr en el Bloc de Notas de Windows, una simple aplicación de edición de texto que jamás fue concebida para tales propósitos.

El responsable de esta maravilla es Sam Chiet, también conocido como Samperson, quien decidió llevar el mítico juego a este entorno tan improbable utilizando arte ASCII. Con un algoritmo que convierte los píxeles del juego en caracteres de texto, Chiet logró que Doom se ejecutara a 60 fotogramas por segundo, sin modificar el código del Bloc de Notas en absoluto. Todo se siente como un ejercicio de nostalgia y pura satisfacción técnica, y hasta John Romero, uno de los creadores originales de Doom, calificó el experimento como "increíble".

Lo más fascinante no es solo cómo logró hacerlo, sino también el porqué. Según Chiet, este tipo de proyectos nos recuerda que la tecnología, incluso las herramientas más simples, sigue siendo moldeable y llena de posibilidades. En una época en la que estamos rodeados de software de suscripción y dispositivos cerrados, su "DoomPad" nos hace recordar que, si lo deseamos, podemos transformar los espacios tecnológicos en los que operamos.

El sentido lúdico de esta creación también es crucial. Al final del día, no se trata únicamente de hacer avances técnicos, sino de divertirse y sorprenderse con lo que aún podemos lograr. Este pequeño acto de rebelión tecnológica nos lleva a una reflexión más profunda: ¿cómo estamos usando realmente las herramientas que tenemos? Y más importante aún, ¿cuánto nos permitimos jugar con ellas?

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