Productores frutícolas piden reforma laboral y cuestionan el atraso cambiario en Argentina
Con una demanda interna débil y costos en aumento, los productores frutícolas argentinos reclaman por cambios en el tipo de cambio y la flexibilización laboral para mejorar la competitividad.
2024-09-17T17:24:18.705Z - Nicolas Vilar


La industria frutícola en Argentina enfrenta un panorama complicado, atrapada entre una caída en el consumo interno y un aumento en los costos de producción que afecta gravemente su competitividad en los mercados internacionales. A pesar de que el abastecimiento de productos está garantizado y no hay señales de quiebra de empresas o productores abandonando la actividad, la rentabilidad de las compañías está en punto crítico.
El sector se encuentra en una situación de demanda interna reprimida, con una oferta que supera incluso a la de años anteriores en productos clave como peras y manzanas. Sin embargo, la competencia desleal con otros países productores, producto de los desajustes macroeconómicos de Argentina, y los crecientes costos de producción, están llevando a muchas empresas a operar con márgenes nulos o incluso negativos.
El desafío del atraso cambiario y los costos laborales
Muchos productores ven con buenos ojos los efectos que podría tener una reforma laboral para facilitar las contrataciones, pero también consideran urgente que el gobierno corrija el atraso cambiario. No obstante, este último punto genera divisiones, ya que la unificación cambiaria tiene tanto impulsores como detractores.
Miguel Sabbadini, gerente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), advierte que el sector frutícola enfrenta el "peor de los dos mundos", con un atraso cambiario que golpea las exportaciones y costos laborales extremadamente elevados. La fruticultura es una industria intensiva en mano de obra, y Sabbadini estima que en las chacras, el costo de la mano de obra representa el 65% del total, mientras que en el caso de una caja de peras o manzanas, el costo ronda el 50% debido a la incorporación de tecnología para empaque, envases, conservación, frío y fletes.
En el Alto Valle de Río Negro, la zona productora por excelencia de peras y manzanas, la situación es especialmente crítica. Las peras, cuyo principal destino es la exportación, enfrentan problemas debido a la devaluación de Brasil (un 15% este año), mientras que en Estados Unidos una mayor oferta local ha reducido la demanda de productos argentinos. A esto se suma que México impone aranceles de 25% a las importaciones, lo que prácticamente deja fuera del mercado a los productos nacionales.
El impacto de la débil demanda interna
En el mercado interno, las manzanas son las más afectadas por la caída en el poder adquisitivo de los consumidores. Con la inflación erosionando los ingresos, los argentinos optan por frutas más baratas, como bananas o cítricos, lo que desplaza a productos como la manzana. Sabbadini señala que el consumo interno de peras y manzanas ha caído entre un 30% y 35% este año, lo que agrava la situación del sector.
Al cierre de julio, el stock de peras era de 120 millones de kilos, mientras que el de manzanas se elevaba a 149 millones de kilos, cifras superiores a las de años anteriores. Este exceso de oferta, combinado con la caída en las ventas, está generando un desbalance en el mercado que afecta los precios y la rentabilidad de los productores.
La reforma laboral y el costo de la mano de obra
Uno de los puntos clave que los productores frutícolas ven como una posible solución es la reforma laboral que el Gobierno está impulsando. Según Fernando Zurita, presidente de la Federación de Entidades Empresarias Neuquinas, la mano de obra representa una carga muy elevada para los productores argentinos en comparación con sus competidores internacionales. Mientras que en países como Chile o Perú, las empresas pagan entre 10% y 12% sobre el sueldo en concepto de cargas patronales, en Argentina este porcentaje asciende al 40%, lo que genera una desventaja considerable.
Zurita también subraya la necesidad de previsibilidad a mediano plazo y de una actualización en los valores de detracción de cargas patronales establecidos por el decreto 128/2019, que mantiene un valor fijo de $17.000 desde entonces. "Si se hubiera actualizado, hoy ese monto equivaldría a $600.000", sostiene Sabbadini. En un contexto en el que los sueldos de los trabajadores de temporada pueden llegar a $1,2 millones mensuales, esta diferencia tiene un impacto crucial en los costos de las empresas.
Perspectivas para las economías regionales
El panorama no es del todo sombrío para las economías regionales. La producción de frutas finas, como arándanos, cerezas y frutillas, ha mostrado un mejor desempeño en comparación con otros sectores. Sin embargo, la competitividad frente a otros países sigue siendo un problema. Chile y Perú, dos grandes competidores en el mercado de exportación de frutas, continúan ganando terreno debido a sus costos más bajos y su infraestructura más desarrollada.
En el caso de las cerezas, la mayoría de la producción argentina se destina a la exportación, con China como principal mercado, especialmente durante las celebraciones del Año Nuevo chino. Aunque Chile domina este mercado, los productores argentinos han encontrado una ventana para aprovechar la alta demanda en esas fechas.
Por su parte, las frutillas tienen a Estados Unidos como principal destino, exportándose en su mayoría como fruta congelada fuera de temporada. En cuanto a frambuesas y moras, el mercado es más limitado, ya que su producción se destina principalmente al consumo interno.
El dilema del tipo de cambio
El atraso cambiario es un tema delicado. Fernando Zurita advierte que, aunque la unificación cambiaria podría parecer beneficiosa, existe el riesgo de que los insumos y impuestos aumenten si el tipo de cambio oficial se acerca al dólar blue. Esto generaría un encarecimiento general de los costos, lo que podría llevar a que Argentina termine exportando impuestos en lugar de productos competitivos.
Para Sabbadini, la unificación cambiaria sería una ventaja, pero insiste en que lo más urgente es reducir el costo laboral. La combinación de cargas impositivas y costos laborales elevados está asfixiando la rentabilidad de los productores, que necesitan medidas concretas para mejorar su competitividad en el mercado global.
Reflexión :
La cadena de valor frutícola en Argentina enfrenta un desafío estructural en el que el atraso cambiario y los altos costos laborales están erosionando su rentabilidad y competitividad. Si bien la reforma laboral y una posible unificación cambiaria podrían mejorar el panorama, será fundamental que el Gobierno implemente medidas a largo plazo que permitan una mayor previsibilidad y reducción de costos para que el sector pueda prosperar en un entorno cada vez más globalizado.
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