Tecnologia

Olvida las tarjetas personales: ¡El QR llegó para quedarse!

Las tarjetas de presentación, ícono del mundo empresarial durante décadas, parecen estar quedando atrás. Hoy, con el avance de la tecnología y los cambios en la manera de interactuar, los códigos QR están tomando su lugar. ¿Cómo se produjo esta transición y por qué tantos profesionales están adoptando esta tendencia?

2024-09-23T19:13:51.580Z - Felipe Sarmiento

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El código QR no solo reemplaza una tarjeta de presentación, redefine cómo conectamos.

Hubo un tiempo en que asistir a un evento profesional sin tarjetas de presentación era casi un pecado capital. Eran tu carta de presentación, la prueba tangible de que eras alguien en el mundo corporativo. Sin embargo, en pleno siglo XXI, este pedazo de cartón está siendo desafiado por algo mucho más pequeño, rápido y eficiente: los códigos QR. Y la pregunta es inevitable: ¿qué tiene este pequeño cuadrado pixelado que lo convierte en la estrella emergente del networking?

Primero, está el factor comodidad. Mientras que las tarjetas físicas tienen el inconveniente de acabar amontonadas en algún cajón olvidado, un código QR puede ser escaneado al instante con un smartphone, guardando tu contacto en la nube sin necesidad de cargar una pila de papel. Además, ¿cuántas veces hemos entregado una tarjeta solo para que la persona pierda el interés o, peor, la extravíe? Con un QR, eso ya no es problema: la información está al alcance de un clic, disponible siempre que la necesiten.

Pero no todo es solo practicidad, también está el tema ecológico. En un mundo cada vez más consciente de su impacto ambiental, el papel es un recurso que comienza a ser cuestionado en su uso innecesario. Cada tarjeta que no imprimimos significa menos árboles talados, menos tinta tóxica y menos desechos. Los QR, en cambio, son completamente digitales, lo que los convierte en una opción más sostenible.

Ahora bien, ¿es el código QR perfecto? Como todo en la vida, tiene sus pros y contras. Un punto en contra podría ser que, dependiendo del contexto, a algunas personas aún les cuesta adaptarse a la tecnología. Quizás el networking con un grupo más tradicional aún valore la tangibilidad de la tarjeta de presentación. Pero eso es parte del juego: la transición hacia lo digital tiene sus tiempos, y no todos están dispuestos a dar el salto de inmediato.

Sin embargo, quienes se han decidido por el QR tienen beneficios adicionales. Un código QR no solo te da un contacto, te permite ofrecer mucho más: un link a tu página web, un video de presentación, acceso a tus redes sociales o incluso un portafolio completo. Es la tarjeta de presentación evolucionada, capaz de mostrar quién eres de una manera más interactiva y personalizada. Además, se puede actualizar en cualquier momento, lo que es imposible con una tarjeta física.

En definitiva, la adopción de los códigos QR en el ámbito del networking es un paso lógico hacia la modernización de nuestras herramientas de conexión. Nos permite ser más rápidos, efectivos y amigables con el ambiente, y si bien hay ciertas resistencias, todo apunta a que este pequeño cuadrado pixelado está aquí para quedarse.

El cambio de las tarjetas físicas a los códigos QR refleja más que un simple ajuste tecnológico: es un reflejo de cómo hemos adaptado nuestras formas de comunicación en un mundo que valora cada vez más la inmediatez, la accesibilidad y la sostenibilidad. En este nuevo paradigma, aquellos que logren comprender y adoptar estos avances, sin duda estarán un paso adelante en el juego del networking.

La transición de las tarjetas de presentación al código QR nos invita a reflexionar sobre cómo las pequeñas innovaciones pueden generar grandes cambios en la manera en que nos relacionamos y trabajamos. No se trata solo de cambiar un formato físico por uno digital, sino de entender cómo los tiempos modernos exigen nuevas herramientas para conectar de manera más efectiva. En un mundo donde el tiempo y el espacio se comprimen, las soluciones que permiten una interacción más fluida y sostenible tienen todas las de ganar.

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